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Se me descocieron los brazos rodeándolos,
si me estrujan saldrán las lágrimas siguiendo un camino que nace en mi hombro,
se han trizado mis piernas cargando su peso.
Y me quedé ciega.

2 comentarios:

Nicolás dijo...

Sabia que escribirias, te conozco.

Que pena pensar que ese peso tan grande llego de un momento a otro, lo has cargado con tanto esfuerzo. A veces lamento que que todas mis lagrimas hayan tenido que caer en tus hombros, el peso del agua es mucho cuando se ha acumulado, como la ropa empapada, te sientes pesado, cansado y el agotamiento mental del trabajo emocional y escrito supera a todo ser humano sin excepción

Siento haber sido y a veces seguir siendo una carga para tí, me humilla saber que soy inutil y que mis manos están atadas, que haga lo que haga nada cambia, no porque no quiera, sino porque cometí el error de escribir con una tinta que no se borra. Que lastima saber que la única cura para ello es dejar de leerlo, y que no se puede botar a un basurero, no porque no se pueda, sino porque la rabia es una cadena que nos apega a cosas que no queremos. Que horrible sentimiento...

alice dijo...

Escribiste con tinta imborrable lo que eres, como eres, como siempre serás. Lo que hiciste y nunca dejaras de hacer, porque no conoces el autocontrol, y yo no conozco el olvido.
Agua y aceite. Pero tu lo disfrutaste, yo me lamento por ser tonta y "anticuada". Wea mía.

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Charles Bukowski

No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!