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Te recuerdo entre comidas y velas a medio morir.
Entre sudor y lágrimas,
en la felicidad de mis ojos y la alegría en los tuyos.
Te siento dentro, en la desesperación,
en el tiempo, en la sangre.
Mis labios tienen tu sabor, en mi ropa están tus cabellos,
tus dedos ultrajando mi mano,
tu olor en mi sombra, tu ropa en mi closet.
Estás allá esperando, al final de la escalera infinita,
esperando lo que ya tienes.

Me das paz y angustia. Me das sanidad y locura.
Cuando me abrazas el reflejo del espejo se ve... Menos despreciable.

Charles Bukowski

No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!