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No tengo nada para ti. No mereces ni mi rencor ni mis lágrimas -de nuevo-, tu cabeza está llena de clavos oxidados acariciando tu corona de mierda. Esa es tu imagen, ese eres tú.

En algún momento la moneda te aplastará y serás nada. Recibirás lo que mereces. Pero yo no estaré allí, estaré lejos, con mi vida armada, con colores nuevos, con una casa fúnebre que tenga un lindo jardín, viviré cantando, riendo, llorando... Sin invocarte jamás. He de purificarme, mi odio no es -ni será- tuyo, serás un recuerdo in-recordable, mientras tenga la vida que siempre he debido tener sin el ardor de tu aliento en mi cara, sin amenazas ni billetes. Tu mano será cortada por ultrajar la medalla de Artemisa, por hacer lo que no se debe.

Yo seguiré creciendo, llegaré al sol. Tú estarás más allá del inframundo por reírte de la justicia escupiendo en su venda. Te ahogarás en tu vómito... Solo, porque así quisiste estar.

Charles Bukowski

No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!