|
Ha sido difícil aceptar la situación, de un día para otro soy una mujer libre y tus manos fuertes no sujetan mi cuello con fuerza llorando y suplicando por amor , estás tan lejos cariño mío, más allá de donde pueda alcanzarte y eso me tranquiliza, pues tu tampoco puedes alcanzar mi alma.

Debo admitir que extraño nuestras obsesiones, nuestra relación enfermiza, tus insultos, y mis orgasmos junto a ti. Me regale como un objeto cristalino y tu me dejaste sin valor, una basura de bellos recuerdos y muchas historias que contar. No entrare en detalles sobre nuestras experiencias, me da rabia recordar que me engañabas con mi amiga, que me mentías, que de repente abusabas de mi y que te reías a mis espaldas de mi ciega confianza; Me da pena saber que a pesar de todo lo malo eras sólo un hombre lleno de frustraciones, recuerdo las veces que llegabas a mi puerta destruido sin mi, necesitándome, rogándome para volver a tu lado y sabías - Me conocías tan bien- que por muy herida que estuviera tarde o temprano volvería a tí, porque eras una droga tan dañina y adictiva; Y yo estaba dispuesta a destruirme por seguir a tu lado.

El amor nos vuelve diminutos, y yo te amé como ninguna de esas rameras con las que te revolcabas de vez en cuando mientras yo prendía un cigarrillo tras otro sentada en la ventana con la esperanza de verte llegar con un ramo de flores, cantándome una romántica canción para que me derritiera ante tus encantos -Ingenua- pero, nunca fue así y a mi tampoco me importaba mucho, pues con una mentira o un abrazo -daba igual- me conformaba mientras fueras tú todo valía la pena, y así fue pasando el tiempo, entre más destacabas mis defectos y me hundías en insatisfacciones más fiel seguía a ti, nunca sabía como reaccionarías y eso era excitante, cada día era una sorpresa y cada golpe una encantadora desilusión. Sin embargo, me amabas y yo lo podía ver en tus ojos, cada vez que te dejaba y tus ojos se llenaban de lágrimas mientras me pedías perdón y me decías esas mentiras tan lindas que -aunque- yo sabía que eran una falsa me encantaba creer en ellas y eran mi excusa para explicarle al mundo que era feliz a tu lado y que no eras tan malo como parecías ser. Miles de humillaciones equivalían a una noche junto a ti, y cada palabra hiriente era un fierro al fuego en mi corazón, me encandilabas con tus manías de psicópata mientras yo era la pobre princesa de las depresiones, éramos una pareja exclusiva y enferma.

Mientras tu me engañabas yo te era fiel, cómo a ningún otro a lo largo de mi vida, como olvidarte mi amor, si tus ojitos brillantes y tu lengua suave son lo único que me han hecho sentirme viva, más allá de que pueda respirar, más allá de despertar cada mañana, era lo que me hacías sentir y ese terror constante el que me daba fuerzas para continuar. Me parece absurdo que con mi inmenso amor haya sido yo la causante de tu caducación, como podía saber que tomarías ese veneno sin darte cuenta... Lo dejé en la mesa del comedor por descuido y tú lo bebiste por idiota, tus quejas, tus lágrimas de dolor y tus brazos enrollándome fuerte fue lo último que sentí de ti. Cada vez tu cuerpo se enfriaba más y no podía creerlo, aún no puedo. Tantos años de intenso amor terminaron en eso, un simple error, y el eterno dolor desgarrador de tu partida.

Charles Bukowski

No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!