Jamás supe cuanta azúcar derramar sobre el café, ni los límites del amor,
no he logrado dimensionar cuanto humo al día es capaz de asesinar,
ni sé cuando juntar los dientes.
No sé a qué dirección avanzar. Yo improviso en el camino.
Cuando un loco parece completamente sensato, es ya el momento de ponerle la camisa de fuerza
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