Querido amigo, ya no estarás en mis esperanzadas ilusiones de encontrarte en mi reja gritando mi nombre, ya no veré tu sonrisa y mi cara reflejada en tus optimistas ojos. No estarás en el acojo de un abrazo, ni en una nube de lana. Te extrañaré querido amigo, porque ya no estarás... Nunca más.
¿Deseas que te amen? No pierdas, pues, el rumbo de tu corazón. Sólo aquello que eres has de ser y aquello que no eres, no. Así, en el mundo, tu modo sutil, tu gracia, tu bellísimo ser, serán objeto de elogio sin fin y el amor... un sencillo deber.
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