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Yo no quiero vivir así,
no quiero que las cadenas del pasado marquen mi juventud
no puedo vivir en temor
encerrada en paredes de tortura infinita
con lágrimas de porcelana
asumida en frases paupérrimas
intentando respirar.

Lo grisáceo me absorbió
y soy actriz en mis días
cuando el sol alimenta el aire
y yo sonrío por deber,
sin sentir alegría
ni su sudor en mi piel.

¡Que los demonio vuelvan a su infierno!
que no toquen mi puerta
que no revolucionen mi locura
que se alejen de mi dolor.

¡Que los ángeles se pudran!
que no toquen mis máscaras
que no tallen mis ojos
que no suavicen mis labios
que dejen en paz mis marcas.

Y que en el no recuerdo
él descanse en paz
y que en el recuerdo frágil
él abuse a navajas
para así, no marcar la niñez de nadie,
que aquello se mezcle en reencarnaciones
perdidas por mitos inventados
para no asumir la realidad.

La belleza de lo putrefacto
se ahogó en voces susurrando
cuentos infantiles,
hiriendo los corazones que entienden
lo subliminal de la historia,
cuando la bella durmiente al final,
no despertó

y su vida se espantó en un beso
que nunca llegó para
rescatarla de su destino.

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Charles Bukowski

No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea!